Sue Hubbell nacida en Kalamazoo, Michigan en 1935 y fallecida en 2018, formó parte de una familia de estudiosos de la naturaleza (leo que ella misma era bióloga, aunque en la biografía de la solapa del libro se dice que era periodista de formación) y trabajó como bibliotecaria en la Universidad de Brown hasta que en 1973 decidió junto a su entonces marido cambiar de vida. Abandonó su trabajo y la vida urbana y emprendieron un viaje en busca de un espacio lejos de la sociedad de consumo que finalmente encuentran en un lugar remoto de las Montañas Ozarks en Misuri donde creó un pequeño negocio de apicultura respetuoso con el medio ambiente.
Las lecturas de Henry Davis Thoreau filósofo que se dedicó a estudiar la naturaleza y su relación con la condición humana les influyó en la decisión, pues él también se había embarcado en un experimento de dos años de vida sencilla en 1845, cuando se mudó a una pequeña casa que había construido en un bosque de repoblación alrededor de las costas de Walden Pond. El espíritu de su obra que tanto influyó a Hubbell podéis conocerlo también en alguno de sus libros que forman parte de nuestra colección.
Al poco de llegar a las Montañas de Ozarks y tras varias idas y venidas su marido la abandona definitivamente y comenzó la historia de una mujer enfrentada a las montañas, al paso de las estaciones con el duro invierno que no pierde la curiosidad por la belleza salvaje que la rodea ni el sentido del humor.
Allí escribe la obra que hoy os recomendamos, Un año en los bosques, considerada ya un clásico de la llamada “nature writing” género literario que trata sobre el medio ambiente con un trasfondo conservacionista. Los libros se escriben con frecuencia en primera persona e incorporan observaciones personales y reflexiones filosóficas sobre la naturaleza. Os recomiendo este artículo de Marta Moreira para saber más de este movimiento desde su origen, situado a mediados del siglo XIX en Estados Unidos.
En el prólogo escrito por el premio Nobel de literatura Le Clézio explica como soñaba con este libro, un libro que le hiciera tan feliz como cuando leía a Virgilio junto al mar y resalta la reflexión que se hacía Sue ¿en qué lugar encajamos las mujeres maduras, una vez que la construcción del nido ha perdido su encanto?
La personalidad de Sue me resulta muy interesante y a este respecto me ha gustado mucho el artículo de Elvira Lindo, La dama de las abejas, publicado en El País, reflexionando como entendemos la felicidad como una experiencia colectiva y la soledad solo beneficiosa por un corto espacio de tiempo y observa como en su obra entiende su presencia en el bosque como lo que es, no idealiza jamás a los animales y sabe que matan o acechan según sus necesidades, y ella trata de analizar su comportamiento para defenderse pero también aprovecharse en la medida de lo posible de ellos.
También os dejo el enlace al blog Generando lecturas que destaca las reflexiones de Hubbell con respecto a su madurez “tenemos otra cosa muy valiosa: tenemos tiempo, o al menos la conciencia de su paso… el tiempo tiene un final, es precioso, y hemos aprendido su valor. Como nuestra cultura no nos ha asignado ningún papel real, podemos crearlo nosotras mismas. Esta es una buena época para ser una mujer madura con personalidad, fuerza y agallas.”
Otra página curiosa e interesante para echar un vistazo es la de Fran Zabaleta que deja comentarios que comparto como la serenidad que trasmite su lectura y como no busca idealizar la naturaleza, sino que asume como inevitable la dureza de la vida y, pese a ello, la celebra y la goza intensamente. También habla sobre la editorial Errata Naturae y en concreto sobre la colección de la que forma parte Un año en los bosques, Libros salvajes.
Volvamos o empecemos la vida universitaria con la naturaleza presente, seguro que son un buen comienzo estas lecturas encuadradas en la "escritura de la naturaleza" que hoy os recomendamos.
María Dolores López García
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