Nada. Carmen Laforet

 


El pasado 6 de septiembre se ha cumplido el centenario del nacimiento de la escritora Carmen Laforet. Nacida en Barcelona, vivió en Canarias desde los 2 a los 18 años y regreso a su ciudad natal a los 18 años para estudiar Filosofía y Letras, posteriormente se traslado a Madrid donde inició su carrera literaria.

Su producción literaria no es muy amplia, irrumpió en el panorama literario en 1944 cuando con su primera novela, Nada, ganó la primera edición del Premio Nadal, cuando sólo tenía 23 años y a ella le dedicamos la entrada a modo de pequeño homenaje recordándoos que en la Biblioteca del Campus de Madrid la tenéis en varias ediciones y también en las de Móstoles y Alcorcón. 



Muchos han querido ver en Nada la propia biografía de la escritora pero la protagonista, Andrea no es para Laforet un álter ego, aunque es cierto que pequeños detalles como que en su vida real, viviera en casa de su abuela al llegar de Las Palmas, en la misma calle Aribau en que vivirá la Andrea de su novela. Son solo detalles pero lo cierto es como escribe Eduardo Theirs en el prólogo de la edición de El País que tengo entre manos, el mundo sórdido y opresivo de la casa familiar en la calle Aribau de Barcelona, es un espejo deformante con una extraña mezcla de existencialismo y tremendismo y más que su biografía lo que refleja es una España profundamente herida por la confrontación civil, con sus secuelas de destrucción tanto física como moral.  Aunque no sea autobiográfica, Nada si bebe de lo vivido por Carmen Laforet y a este respecto os recomiendo el artículo de Irene Mizrahi, El trauma del franquismo y su testimonio crítico en Nada de Carmen Laforet que plantea una lectura psicoanalítica de Nada en la que el trauma sufrido por la protagonista es lo que la hace escribir la memoria del año que pasó junto a su singular familia en Barcelona.

Lo podéis conocer a través de BRAIN y en mi tercera lectura de la novela, una primera felizmente obligada en el instituto, otra bastantes años más tarde y ahora recién leída, observo que me ha aportado una nueva visión sobre la historia que aunque este  considerada por la crítica como la inauguración en novela de la "era del testimonio" Mizrahi recuerda que con eso se está obviando la obra de Max Aub, que ya en 1943 publicaba Campo cerrado, la primera de las novelas de la serie El laberinto mágico, que se considera una de las obras cumbre de la literatura de testimonio en España y que podéis encontrarlas en la Biblioteca del Campus de Madrid.


En esta última lectura he tenido otros sentimientos con respecto a los protagonistas de la novela, en las anteriores empatizaba más con ese silencio de Andrea, con esa posición de observadora sin opiniones claras y con bastante distancia. Cuando redacté la entrada de este blog para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y cité varías novelas que la reflejaban no pensé en Nada y hoy seguro que la hubiera recogido. Los malos tratos del personaje de Juan, el tío de Andrea hacía su mujer, Gloria, son escalofriantes y nadie de la casa parece ver en ellos algo dramático, tampoco Andrea que demuestra que Gloria que es casi la persona del entorno familiar con la que mejor congenia la ayuda de alguna manera, más allá de darle cobijo en su cama pero sin mostrar al agresor el mínimo rechazo tras las palizas incluso delante de su hijo pequeño. Sin duda en este libro se refleja la normalización total y absoluta en esos años de posguerra en España de la violencia de género.

También quizá con el paso de los años me he vuelto más observadora con el trato que se les da a las personas mayores y la figura de la abuela dejando un mendrugo de pan o un plato con un poco de verdura cocida en la mesilla de la nieta me parece muy enternecedor aunque el agradecimiento no vaya más allá de un ligerísima sonrisa en alguna ocasión. En cualquier caso esa Andrea que todo lo observa en la universidad, en la calle o en la fiesta a la que acude con ilusión y sale desolada es una auténtica superviviente de los tiempos en que le tocó vivir.



Tras el éxito de Nada hubo un silencio hasta 1952 en que Laforet publicó La isla de los demonios y con cierta continuidad La mujer nueva en 1955 (Bibliotecas de Móstoles y Fuenlabrada) que según la crítica literaria (reconozco que no la he leído)  tiene un comienzo fascinante que va perdiendo calidad según avanza la novela por una deriva moralista producto de sus años de obsesión religiosa. La obra expone la sublimación del deseo femenino, explorando el encuentro con una misma a través de Dios y surgió tras la gran amistad con la tenista Lilí Álvarez, quien había regresado a España después de la guerra abandonando el deporte y volcándose en la gestación de un pensamiento católico.



Continuaría con La insolación en 1963 (en las colecciones de Alcorcón, Fuenlabrada y Móstoles) una defensa de la dignidad de las personas homosexuales y una denuncia sobre el oscurantismo con el que debía vivirse. Con ella que pretendía iniciar una trilogía que no llegó a completarse y de la que la segunda novela, Al volver la esquina (bibliotecas de los Campus de Madrid y Móstoles) no llegó a publicarse hasta después de su fallecimiento en 2004.


La edición está a cargo de sus hijos Cristina Cerezales y Agustín Cerezales  y de Israel Rolón, de este último comentar una interesante biografía escrita junto a Anna Caballé, Carmen Laforet. Una mujer en fuga que forma parte de mi biblioteca personal y con la que disfruté mucho. Repasándola ahora he encontrado muchas referencias a las entrevistas que le realizó alguien tan representativo en nuestra Biblioteca como Marino Gómez Santos, mi conclusión es que se entendieron bastante mal en un principio aunque pasado un tiempo mejorara la relación, pero me quedo con unas palabras de la entrevista en el diario Pueblo del 2 de abril de1954 para entender el carácter de Carmen Laforet y lo que le costó volver a la novela tras el éxito de Nada.
- M.G.S.: No comprendo su vocación literaria
- C.L.: Es que no la tengo. Creo que me asisten buenas facultades como novelista, pero nada más.

En 2009 su hija, Cristina Cerezales publicó el libro Música Blanca (Biblioteca del Campus de Móstoles) en el que, en una especie de conversación sin palabras con su madre nos da datos que permiten entender en profundidad su vida y su obra, una muestra de amor de una hija a su madre, muy distinto pero que refleja ese amor como posteriormente lo he sentido en la novela de Milena Busquets, También esto pasará (Anagrama, 2015) una carta que algunos ven de amor y odio a su madre, la escritora y editora, Esther Tusquets y que yo solo veo amor, con mención de lo que podría estimarse como la no “madre perfecta”. Algo parecido a la sensación que transmite Elvira Lindo al hablar de su padre en A corazón abierto (2020, Seix Barral) o incluso a la que se siente cuando Manuel Vilas habla de sus padres en Ordesa o Alegría.


Por último una curiosidad, entre los muchos homenajes que se pueden dar a un escritor o a un artista es dar su nombre a un centro educativo. En Madrid existe un colegio público con el nombre de Carmen Laforet y nos alegramos de que esté exactamente en el distrito de Vicálvaro no muy lejos del campus de la Universidad.

Cómo en Artillería de libros no podemos dar nombre a nada importante os recomendamos que leamos o releamos la obra de Carmen Laforet, siempre será el mejor homenaje que podamos dedicar a esta autora en su centenario.

María Dolores López García

Comentarios

  1. Una entrada estupenda para un gran libro de una autora muy especial. Para ampliar información sobre ella y su proceso creativo, recomiendo el documental La chica rara
    https://www.rtve.es/play/videos/imprescindibles/carmen-laforet-miedo-gloria-chica-rara/6120761/

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  2. Muchas gracias, Eduardo por tu recomendación. Sin duda lo veremos. Imprescindibles es un magnífico programa de televisión que otras veces lo hemos citado en nuestras entradas.

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