El pasado lunes conocíamos la concesión del Premio Cervantes 2020 a Francisco Brines, en palabras del jurado por “su obra poética que va de lo carnal y lo puramente humano a lo metafísico, lo espiritual, hacia una aspiración de belleza e inmortalidad. Es el poeta intimista de la generación del 50 que más ha ahondado en la experiencia del ser humano individual frente a la memoria, el paso del tiempo y la exaltación vital”.
Para mi desde luego una buena noticia y sí los anteriores premiados en 2018 y 2019 fueron otros dos poetas, Ida Vitale y Joan Margarit, sin duda me alegra y me haría pensar que se están viviendo buenos tiempos para la poesía. Hace poco más de un mes conocíamos que también una poeta, la estadounidense Louise Glück, había ganado el premio Nobel de Literatura de este año.
Lo cierto es que tanto con Brines como con Glück acudí rápidamente a buscar sus obras en librerías pues de la premio Nobel no conocía nada de su poesía y de Brines solo tenía un antiguo libro titulado Aún no en mi biblioteca. Objetivo fallido en los dos casos, ahora por supuesto ya vi obra de Glück en las estanterías pero faltaba la de Brines (esperaban recibirla en breve tiempo), por supuesto que se podía comprar por internet pero el que no estuvieran en las librerías físicamente haría pensar que no son tan buenos tiempos y que además de los clásicos y de los grandes autores muy conocidos solo queda espacio para esa poesía que se da a conocer a través de las redes sociales y que tiene el mérito de haber llegado a un amplio público pero no siempre es de gran calidad.
Sin ni siquiera libros publicados, valga de ejemplo la polémica creada con la concesión del premio Espasa de Poesía de 2020 a Rafael Cabaliere reflejada perfectamente en este artículo de El País donde se expresa el debate existente entre lo cultural y lo viral que se ha suscitado por la obra del desconocido autor venezolano con un millón de seguidores en redes sociales.
Pero volvamos a Francisco Brines, el poeta nacido en Oliva (Valencia) en 1932 y perteneciente al conocido como Grupo de los 50 o Poetas de los 50, una generación literaria comparable con la de 1898 o 1927.
No voy a recoger aquí su biografía, sus estudios, sus premios literarios, su faceta de miembro de la Real Academia Española desde 2001, simplemente voy a quedarme con dos de sus primeras frases tras la concesión del Cervantes. Una de ellas ha sido recogida en los titulares de la noticia por algunos medios, “mi madre estaría muy contenta, le habría dado mucha alegría porque alguna vez pensó que yo no iba por buen camino y al final ha resultado que ha sido el mejor”. A los 88 años esa declaración me parece extremadamente entrañable. ¡Ay las madres, lo que nos importan, lo que nos influyen! La otra frase también es significativa “lo importante es que la poesía sea de los que la leen” y es que ya en 2013 con motivo de la inauguración en Valencia de la exposición “Francisco Brines. Apuntes de viaje” expresó su agradecimiento a los lectores de poesía porque considera que “dedicarle un tiempo a algo que no da un resultado indica amor" y remarcó "dedicar un tiempo de nuestra vida a la poesía indica amor a ella".
Desde la BURJC podemos facilitaros ese acto de amor que es leer poesía y en concreto conocer la del autor premiado con una de las obras que estos días se cita en los diferentes artículos que se publican sobre Brines como de las más representativas, El otoño de las rosas. El ejemplar editado por Renacimiento en 1987 pertenece a la colección de la biblioteca del Campus de Fuenlabrada pero ya sabéis que el préstamo intercampus volvió a funcionar tras el confinamiento y podéis solicitarlo a través del mismo para recogerlo en la biblioteca que deseéis.
Este título incluso se utiliza para referirse específicamente al autor como en el artículo de El País donde se escribe: El autor de El otoño de las rosas respondió que no sabe si acudirá a Alcalá de Henares a recoger el premio: “Mi salud es como es y yo no soy un nadador de aguas bravas”.
Son más de setenta poemas, sin separación en secciones o apartados, como ya ocurre en otros libros de Brines donde el autor expresa su amor por la vida en un momento de otoño, es decir de madurez donde vuelve a su infancia en Elca, esa zona rural de Oliva rodeada de naranjos y con el mar al fondo donde estaba la casa de su niñez que no es otra que en la que vive actualmente y donde atendía a los medios tras la concesión del Premio.
Haciendo referencia a Elca también es revisable el artículo publicado en El País hace un año donde se hace mención a su Fundación y a su valiosa biblioteca, tema que a los bibliotecarios nos hace valorarlo especialmente. “La estupenda biblioteca de Brines, con una valiosa sección de libros antiguos, que incluyen algún incunable, una Eneida, de Virgilio, de 1777, o primeras ediciones de la Enciclopedia francesa o de la poesía de Federico García Lorca. Hay obras también de Kavafis y Cernuda, que tanto influyeron en Brines, para quien la poesía tanto en quien la hace como en quien la escribe, es primordialmente un acto de intensidad que cumple una función exaltadora de la vida”.
En palabras del poeta y crítico Carlos Barral, en El otoño de las rosas conviven elegía y lamento con la exaltación de la vida, y convirtió a Brines en un “clásico vivo”.
Si os interesa este poemario, antes o después de su lectura, es imprescindible leer a García Cueto en el profundo y detallado análisis que hace del mismo en las páginas literarias de Café Montaigne y en donde además podemos encontrar dos audios de Brines recitando sus propios poemas.
Dejo unas líneas de uno de ellos incluidos en El otoño de las rosas para que nos den ganas de conocer más.
LOS VERANOS
¡Fueron largos y ardientes los veranos!
Estábamos desnudos junto al mar,
y el mar aún más desnudo. Con los ojos,
y en unos cuerpos ágiles, hacíamos
la más dichosa posesión del mundo.
…
Hoy parece un engaño que fuésemos felices
al modo inmerecido de los dioses.
¡Qué extraña y breve fue la juventud!
Sobre la personalidad de Brines mucho se está escribiendo también estos días pero me voy a quedar con un breve tuit de Manuel Vilas: Me acuerdo de una conversación que tuve con Francisco Brines allá por 1991. Yo quería hablar de su poesía y él todo el rato me hablaba de la poesía de Gil de Biedma y de la de Cernuda. Era un hombre sin vanidad. Esa fue la lección.
Otra obra que os puede interesar de la BURJC, en esta ocasión de la Biblioteca del Campus de Madrid, en la que podemos encontrar un texto de Brines es en Luis Rosales : el contenido del corazón, catálogo de la exposición dedicada a Luis Rosales y publicado por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y La Casa Encendida donde varios autores entre ellos Brines hacen una semblanza del poeta de una forma rigurosa.
A través de BRAIN también podéis acceder a artículos sobre Brines y su obra, algunos están en abierto pero para poder leer otros habrá que acceder a través de MyApps. Os recomiendo a modo de ejemplo La influencia de Luis Cernuda en la poesía de Francisco Brines del autor antes citado Pedro García Cueto (disponible también a través de Dialnet).
Desde Artillería de libros os animamos como tantas veces hacemos a que a través de las colecciones de la Biblioteca conozcáis lo escrito por los autores, en este caso por Francisco Brines, y a su vez lo publicado sobre él. Será la mejor manera de conocerle más profundamente, y tras haberlo leído directamente podremos hasta discrepar con la crítica literaria o simplemente encontrar nuevos detalles que nos hagan protagonistas de las palabras del recién premiado autor, “lo importante es que la poesía sea de los que la leen”.
Hagamos que la dedicatoria sea también para nosotros. ¡Leamos poesía!.
María Dolores López
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